Las alianzas estratégicas son una herramienta poderosa para impulsar los negocios en el mundo empresarial. Brindan acceso a recursos, conocimientos y mercados que, de otra manera, serían difíciles de alcanzar; sin embargo, el éxito de ellas depende de elegir socios adecuados, delimitar los objetivos y gestionar adecuadamente la colaboración.
Para que sean satisfactorias deben fundamentarse bajo una misma visión empresarial, la cual promueva la toma de decisiones y resolución de conflictos.
Según la consultora McKinsey & Company las empresas con capacidad de gestionar eficazmente sus relaciones con aliados estratégicos tienen una ventaja competitiva y son más propensas a desarrollarse de manera sostenible, ante desafíos como la globalización, la evolución tecnológica y necesidades de los consumidores.
Los aliados estratégicos proporcionan una serie de ventajas, entre las que destacan el acercamiento a nuevas audiencias y canales, ampliando su alcance; la compartición de propiedad intelectual o infraestructura; la reducción de riesgos asociados con la innovación; o la expansión a nuevos nichos.
Reconocer las capacidades, la cultura y las motivaciones de los socios también es vital para aprovechar las fortalezas y complementar los talentos. La gestión proactiva, la rendición de cuentas y la agilidad contribuyen a extender la vida de una alianza y mejoran, sustancialmente, el valor y la productividad de las organizaciones.