Televidentes, radioescuchas, lectores… no son más que los actuales seguidores, fans, likes e interacciones que los canales digitales han incorporado como formas más certeras de conocer a esos “usuarios”. Es decir, para nosotros que nos manejamos en el mundo de la comunicación hablar de contenido no es nuevo ya que siempre ha formado parte de nuestro “core” de negocio. Podríamos decir que el contenido es a los medios y a la comunicación, lo que un carro puede ser para una automotriz: un producto. Es lo que se ofrece al público con la esperanza de que éste lo compre, lo lea, lo escuche, lo vea. Quienes hemos desarrollado parte de nuestra vida profesional en un medio de comunicación sabemos que el contenido siempre fue el pilar fundamental para la obtención de resultados. Principalmente porque los ingresos de un medio dependen en gran medida de la publicidad. Y ¿cómo convencíamos y convencemos a las marcas para que inviertan? Simple: con los números de audiencia del medio que se determinaban, ni más ni menos, según gustaran o no los contenidos que se ofrecían.
Entonces, ¿por qué ahora se dice que el contenido es el Rey o se volvió tan importante para nuestras estrategias de marketing y comunicación online y offline?. Porque lo que tenemos ahora es la gran posibilidad de conocer con mayor exactitud lo que nuestra audiencia-cliente quiere, busca, compraría o no, compartiría, etc.
Las mediciones de audiencias existen desde hace décadas, la diferencia está en que en la mayoría de los casos eran encuestas telefónicas o puerta a puerta que dependían mucho de la sinceridad del encuestado para responder por ejemplo, qué programa de tv estaba mirando en ese momento. En la serie estadounidense Mad Men, situada en los años 60s, su protagonista, un publicista existoso, se parte la cabeza preguntándose ¿qué quieren las mujeres? para desarrollar una campaña, que por cierto iba dirigida a los hombres. Más allá del machismo de la época, el ejercicio que debía hacer, era de empatía, de intentar ponerse en los zapatos del otro. Hoy ya no es necesario o lo es muchísimo menos ya que podemos saber cómo, por dónde, cuándo y qué tipo de contenido quiere nuestra audiencia con solo observar su comportamiento en internet, en las redes, interpretar las métricas y datos que las herramientas digitales nos brindan. Este nivel de precisión nos pone actualmente, a los expertos en generación de contenidos frente a un gran desafío: el de tomar toda esa información para plasmarla en productos de calidad, profundos y novedosos acordes a lo que nuestra audiencia busca y por los canales más adecuados de comunicación.
Implica también para las empresas que tienen su objetivo de negocio en productos más tangibles un mayor compromiso en el tipo de contenido y canales que usa para venderlos, ya que necesitan darse a conocer a sus potenciales clientes a través de las redes de comunicación. Hace tiempo que la figura del vendedor de aspiradoras puerta a puerta, murió. De a poco también está migrando la forma de comprar, cada vez se va menos a las tiendas y se compra más por internet. Entonces, tenemos que preguntarnos:
Si usted vende carros ¿puede meter uno literalmente en una computadora a través de su página web para que un potencial comprador lo vea? No. Por lo tanto, necesita de webs, de newsletters, de videos, de infográficos, de las redes sociales, de formatos 3D, etc. de todas las opciones que brindan hoy los formatos digitales para poder mostrarlo. Y estos formatos tienen que nutrirse con contenidos, mensajes, experiencias que sus propios usuarios busquen y quieran vivir. Además, de éstos cada día se vuelven más exigentes con sus elecciones y gustos. Ya casi nadie consume algo que no tenga un mínimo de calidad, ya sea por formato o idea, requiriéndose mucho más si se desea concretar una venta. Ninguna empresa hoy en día, cualquiera sea su objetivo de negocio, puede ignorar la necesidad de promover contenido interno y externo, como una herramienta fundamental para el cumplimiento de sus objetivos estratégicos.